sábado, 30 de mayo de 2015

La Sra. L´Ecuyer y los amish

PROPUESTA 2ª: NO A LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS II

El empleo de las TICs en el aula es un asunto lo suficientemente interesante y controvertido como para dedicarle un análisis pormenorizado y honesto.

Cuestiones previas en la relación entre los alumnos y las TICs .

1º. Debido a la reciente introducción de este tipo de tecnologías, aún no hay suficiente evidencia científica para concluir sobre las consecuencias de su utilización en la infancia y en la adolescencia. Para llevar a cabo estudios experimentales rigurosos y, sobre todo, considerar sus resultados como fiables, es preciso analizar sus efectos durante un período significativo, lo que no puede ocurrir por el momento debido a lo reciente de su difusión.

Hay «poca investigación realizada sobre el impacto de una tecnología como esta en niños», dice Dimitri Christakis, epidemiólogo de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington y Director del  Center for Child Health, Behavior and Development, en el Hospital de Niños de Seattle. Dimitri Christakis es el autor mantra que menciona la Sra. L´Ecuyer, como su supuesto fundamento científico para demonizar la utilización de las TICs en las aulas y en la vida extraescolar de nuestros alumnos. Es cierto que hace años Christakis llevó a cabo estudios interesantes alertando de las consecuencias nocivas que tiene la exposición prolongada a la televisión para el desarrollo de los niños y jóvenes, pero no es menos cierto que, respecto a las TICs su posición ha cambiado sustancialmente desde el 2011.

 
2º. A medida que se van recopilando estudios sobre el tema, la comunidad científica aparece dividida sobre cómo el uso de las TICs afecta a los niños y adolescentes. Es decir, por mucho que la Sra. L´Ecuyer lo pretenda no se debe rechazar el uso de las TICs en nombre de unas supuestas conclusiones científicas que como tales no existen. Cuando menos, hay que reconocer la controversia que existe sobre este tema. De lo contrario, lo que se está haciendo es manipular a la audiencia.

3º. La única variable en la que coinciden todos los investigadores es en el peligro que conlleva el abuso y la exposición ilimitada a las TICs. Todos los abusos son nocivos: las proteínas son necesarias para el desarrollo, pero su exceso causa graves efectos secundarios en el organismo. La variable del abuso es obvia, cualquier abuso compulsivo resulta perjudicial para el individuo, incluso el de la lectura de novelas de caballería lo fue para don Alonso Quijano.

4º. Los problemas de la educación española no se van a solucionar con el empleo de las TICs.  Mientras no se lleve a cabo un replanteamiento, en primer lugar, de los nefastos curricula que nos vampirizan y después de la formación de los profesores, estaremos abocados a los malos resultados PISA, la punta del iceberg de nuestra demostrada mediocridad.



En una y otra reforma –y ya van unas cuantas– sorprende la ignorancia compulsiva de los planificadores, sólo entendible en un país cuyos legisladores y políticos rozan la idiocia.  El gobierno de Zapatero supuso (vaya usted a saber en qué evidencias científicas se sustentaba tal suposición) que si invertía en ordenadores para los alumnos, despegaríamos en los resultados de PISA. Así, en el trienio 2009-2012 se realizó un considerable esfuerzo presupuestario en equipamientos informáticos para los centros. Si ese era el objetivo, todo fue inútil: los resultados PISA han continuado siendo demoledores.  Cabe preguntarse si son  responsables las TICs de que el desaguisado continúe. Evidentemente, la respuesta es no. Demonizar las TICs es únicamente un síntoma más del desastre de nuestro sistema educativo: pendular, superficial, memorístico, mediocre y decimonónico.



No lo cree así la Sra. L´Ecuyer quien predica que los malos resultados de los alumnos españoles en PISA se deben a que los padres de ahora saturan a sus hijos desde que son bebés con aplicaciones para tabletas, idiomas y todo tipo de actividades que les apartan del juego, la naturaleza y el silencio (sic.) Todo ello les causa una «sobrestimulación» que atrofia su capacidad de interesarse por el mundo y les predispone a la apatía y al fracaso escolar. La afirmación es tan sui generis que obliga al periodista a una repregunta: ¿Es la sobrestimulación por un aprendizaje demasiado temprano y por la saturación de deberes y extraescolares la causa de los malos resultados obtenidos por España en Pisa? Repregunta que lleva a la entrevistada a plegar las velas (un poco, no nos hagamos demasiadas ilusiones) y matizar: No puedo asegurar que sea el único factor, pero es uno importante.(EL MUNDO. 12 de noviembre de 2014).

 
Es cierto que las TICs deben ser utilizadas con sentido, siempre  en el marco de la programación de aula, en actividades estimuladoras (sí, estimuladoras), es decir, suscitadoras y catalizadoras del aprendizaje de los alumnos. Merece críticas y recibe críticas su utilización en la educación, pero evidentemente no todas las críticas tienen la misma pertinencia: no es lo mismo criticar a la democracia desde su acuciante necesidad de profundización y de participación de la sociedad civil que hacerlo desde la óptica de planteamientos autoritarios, abogando por la restricción de los derechos de los ciudadanos. Ambas son críticas, pero no tiene el mismo principio ni el mismo objetivo.
 
Las TICs son, y lo serán cada vez con más fuerza, un elemento fundamental de los procesos de enseñanza- aprendizaje. Comparto la opinión de Van Damme (director de Innovación e Indicadores de Progreso de la OCDE): es inútil ponerle puertas al campo y resistirse a un cambio que ya se ha producido. El uso de la tecnología trae consigo más ventajas que inconvenientes. «Su uso de forma inteligente, es decir, en el que se aprovechen de forma eficaz sus posibilidades, es el requisito indispensable», quien dice esto es, director del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado. Los educadores tenemos que maximizar las ventajas y minimizar los inconvenientes, pero no haciendo propuestas amish para regresar al Catón.


 

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